¿Cuál es el origen de la diferencia de tamaño en los perros? Es decir, ¿porque hay razas de perros pequeños y otras de perros grandes?
Esta es una pregunta que muchos de nosotros nos hemos hecho alguna vez. Cuando vemos un chihuahua y lo comparamos con un gran danés, nos damos cuenta de que la diferencia de tamaño es enorme. Y esto no suele ser tan obvio en la mayoría de las especies de animales. Podemos pensar un muchos y llegaríamos a la conclusión de que las diferencias de tamaño entre razas no son tan abismales. De hecho, los perros difieren más en tamaño que cualquier otra especie de mamífero en el planeta.
Los perros antiguos, domesticados de los lobos en los últimos 30.000 años, diferían en tamaño hasta cierto punto. Pero las enormes diferencias de tamaño actuales (las razas más grandes son hasta 40 veces más grandes que las más pequeñas) surgieron en los últimos 200 años, cuando los humanos establecieron las razas modernas. Para explicar esta característica diferencial de los perros, un grupo de científicos liderados por Elaine Ostrander, genetista del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano de EE. UU. en Bethesda (Maryland, EEUU), y por Jocelyn Plassais, genetista del INSERM-Universidad de Rennes (Francia), analizaron los genomas de más de 1400 cánidos, incluidos perros antiguos, lobos, coyotes y 230 razas de perros modernas.
Los científicos han rastreado una mutación detrás de la cual se esconde esta variación y han llegado a una conclusión inesperada: la mutación proviene de los antiguos lobos antiguos. Dicha mutación se encuentra cerca de un gen llamado IGF1, que los investigadores señalaron hace 15 años como un factor importante en la variación de tamaño de los perros domésticos. Fue el primero de alrededor de dos docenas de tales genes identificados. Pero los esfuerzos para identificar la variante genética responsable de las diferencias de tamaño no dieron resultado en un primer estudio llevado a cabo en 2007.
En este segundo estudio, cuando compararon la variación en la región alrededor del gen IGF1 con el tamaño corporal en perros y cánidos salvajes, se destacó una variante. Se encuentra en un tramo de ADN que codifica una molécula llamada ARN largo no codificante, que participa en el control de los niveles de la proteína IGF1, una potente hormona del crecimiento. Los investigadores identificaron dos versiones, o alelos, de la variante. En todas las razas, los perros con dos copias de un alelo tendían a pesar menos de 15 kilogramos, mientras que dos copias de la otra versión eran más comunes en perros que pesaban más de 25 kilogramos. Los perros con una copia de cada alelo tendían a ser de tamaño intermedio. Los perros con dos copias del alelo de cuerpo grande también tenían niveles más altos de la proteína IGF1 en la sangre, en comparación con los que tenían dos copias del alelo “pequeño». Cuando los investigadores observaron los genomas de otros cánidos, encontraron una relación similar. Por lo tanto, esta no era solo una historia de perros sino que se repite en el caso de los lobos, los zorros o los coyotes.
Los investigadores creen que el alelo vinculado a los cuerpos pequeños es, evolutivamente, mucho más antiguo que la versión de cuerpo grande. Los coyotes, chacales, zorros y la mayoría de los otros cánidos que analizaron tenían dos copias de la versión «pequeña», lo que sugiere que esta versión estaba presente en un ancestro común de estos animales. Lo que no está claro es cuándo evolucionó el alelo de cuerpo grande. Los investigadores encontraron que un antiguo lobo que vivió en Siberia hace unos 53.000 años portaba una copia de esta versión. Otros lobos antiguos y los lobos grises modernos tienden a tener dos, lo que sugiere que el alelo de cuerpo grande podría haber sido beneficioso para los lobos. La opinión predominante entre los científicos solía ser que el tamaño corporal pequeño probablemente estaba relacionado con cambios genéticos relativamente nuevos, potencialmente exclusivos de los perros doméstico pero este nuevo estudio le da la vuelta a toda la historia. El estudio podría ser una indicación de que los perros fueron domesticados a partir de lobos de cuerpo más pequeño, diferentes a las poblaciones actuales de lobos grises.
Los investigadores también advierten que la historia del tamaño del perro está lejos de ser completa. Plassais quiere averiguar cómo las variantes influyen en los niveles de la proteína IGF1. Y la variante no es el único determinante del tamaño en los perros: el gen IGF1 en sí mismo representa alrededor del 15 % de la variación entre razas. Al fin y al cabo, no es que una mutación haga que un lobo sea del tamaño de un chihuahua sino que es simplemente una de las muchas mutaciones que tiende a hacerte un poco más pequeño.
